Thursday, February 26, 2009

Capricho del destino


Me gusta pensar que es producto del destino, y no de mi capricho, el que yo viva en Dallas, Texas. En primer lugar, viajé contra mi voluntad porque estaba segura de que, aunque había quedado desempleada, mi felicidad estaba en Bogotá, al lado de un publicista del que estaba ciegamente enamorada. Me costó un buen tiempo -más del necesario- comprender el significado de su indiferencia y sus desplantes cuando trataba de comunicarme con él.

Con el consuelo de mi mamá logré salir de esa depresión y empecé a alimentar la esperanza de conseguir trabajo en Estados Unidos. Comencé por presentarme en los periódicos de Dallas y Fort Worth. Mis credenciales eran las correctas, pero mi visa no lo era. Muy pronto aprendí que un buen currículo vitae no es suficiente para conseguir una visa de trabajo en este país.

Después de un año de enviar solicitudes y formularios, yo y todos los amigos que conseguimos durante ese tiempo habíamos perdido las esperanzas de que me pudiera quedar. Bueno, todos menos mi mamá. Ella insistió en encontrar un empleador que patrocinara visas de trabajo y fue solamente por su fe y su persistencia que empecé a trabajar en el verano de 2004.

Entre octubre de 2002 y junio de 2004 estuve desempleada. Me dediqué a estudiar inglés, a quitarle el pavor a manejar, y a aprender a sobrevivir con la nostalgia del periódico y de mis amigos en Colombia. Ese tiempo también me sirvió para establecer una de las amistades más lindas que he tenido en la vida: la de Bob McAfee.


Robert L. McAfee es un texano de 70 años que por esas cosas del destino se dedicó a ayudarnos a mi mamá y a mí. No solo pagó consultas con abogados para aprender más sobre mis posibilidades, sino que me llevó a entrevistas de trabajo, nos presentó a su familia y a sus amigos, y hasta se ofreció a adoptarme, si de esa manera me podía quedar.

Nuestra amistad se alimentó con el interés mutuo por la fotografía, los viajes y las buenas historias que publican los medios de comunicación. Su cariño y su apoyo nos ayudaron a enfrentar los obstáculos de aquellos días.

Ahora soy, como dicen los gringos, su hija por ley. No por adopción, sino porque de ser amiga de la familia pasé a ser la esposa de su hijo. Nuestra relación, por supuesto, ha cambiado. Pero mi cariño y mi aprecio por él siguen creciendo.

No me queda otro remedio que pensar que es producto del destino, y no de mi capricho, el que yo viva en Dallas, Texas.

Sunday, February 15, 2009

¿Solo para novios?


Si San Valentín es solamente una celebración para novios, tal como escuche decir esta semana en mi trabajo, me pregunto como hacen los esposos para alimentar esa parte romántica del amor.
El sábado por la mañana recibí 24 rosas rojas con poema incluido, y una torre de cajas llenas de frutas y chocolates. A muchos les parecerá una tontería, un truco de la sociedad de consumo para estimular la economía, o un truco barato para conquistar al otro. Para mi, sin embargo, es una expresion de amor clara y concreta. Las rosas, los chocolates, y un poema cortico son un muy buen alimento para el matrimonio, esa relación que tan a menudo tiende a caer en la rutina y en la indiferencia.

¡Que viva el día de San Valentín!

Silencio...

Ha pasado un mes desde que escribí la última entrada a mi blog. Tengo el borrador de otros tres artículos en mi computador, pero no he sacado tiempo para editarlos como a mí me gusta... ¿será por eso que me cuesta tanto trabajo escribir?