Sunday, February 2, 2014

Bonanza de las artes en Texas

Centro de esculturas Nasher, Dallas TX 
Texas es uno de los pocos estados que un grupo de estudiantes ingleses localizó correctamente en el mapa de Estados Unidos, según una encuesta publicada a finales del año pasado en "Buzzfeed". Además de ubicarlo en el punto exacto, algunos lo ilustraron con pozos petroleros y vaqueros armados. ¿Cliché? Tal vez no, pero es una simplificación exagerada de las riquezas que se encuentran en el segundo estado más grande del país.
La cultura del viejo oeste sigue intacta en museos, libros, películas y reliquias como los corrales de la ciudad de Fort Worth. Sin embargo, la variedad de ofertas culturales en Texas sobrepasa los límites de la imaginación.
En febrero, por ejemplo, un aficionado al arte puede ver en Fort Worth una exhibición de arte moderno que incluye obras de Picasso y Matisse; en San Antonio, una serie de retratos de atletas hechos por Andy Warhol; y en Houston, una muestra itinerante de pinturas francesas del impresionismo. Los que prefieren la música pueden elegir, en el primer semestre del 2014, entre conciertos de Paul Simon y Sting, Miley Cyrus, Lady Gaga, o Cher, quienes estarán de gira en Dallas y Houston. Los amantes del teatro, los musicales y la ópera pueden elegir entre, Rigoletto, Carmen, o el musical “Ghost” en Houston; en Dallas pueden ver una adaptación moderna de Edipo Rey, las aventuras de Tom Sawyer, o "Die Tote Stadt", la ópera alemana que inspiró Vértigo, de Hitchcock. Como si esto fuera poco, en el estadio de fútbol de los Cowboys habrá una presentación gratuita de la ópera El Barbero de Sevilla en abril.
¿Cómo es posible que en medio de las planicies y los desiertos de Texas exista tal oferta cultural?
Es difícil imaginar que Texas haya sido el destino de miles de inmigrantes europeos durante el siglo XIX. Pero es aún más asombroso que en la actualidad 4 de las 10 ciudades de más rápido crecimiento en los Estados Unidos estén precisamente allí, en el corazón de ese viejo oeste que se conoció en el mundo gracias a actores como John Wayne y series como Bonanza.
Y es precisamente la bonanza de diversas industrias lo que ha permitido el surgimiento de centros artísticos a lo ancho del estado. Museos como el Kimbell en Fort Worth, la colección Menil en Houston, y el museo Nasher en Dallas comenzaron con la donación de colecciones privadas. Magnates del petróleo, la propiedad raíz y la agronomía han dado tanto sus obras como el dinero para construir museos que las albergue.
Tramell Crow, por ejemplo, fue un pionero de la propiedad raíz en los Estados Unidos y un coleccionista ferviente de arte asiático. La colección Crow, en el centro de Dallas, alberga unas 600 piezas de las miles que los esposos Crow compraron durante sus viajes a China, Japón, India y el sureste de Asia. La colección Menil, en Houston, no se queda atrás. Para albergar su colección privada, los esposos John y Dominique de Menil comisionaron al arquitecto italiano Renzo Piano la construcción del museo, que contiene en su mayoría piezas de finales del siglo XIX y comienzos del XX. El campus se ha expandido y en la actualidad incluye una capilla y varias edificaciones a su alrededor. Por su parte Kay y Velma Kimbell, fundadores de un imperio de más de 70 empresas agroindustriales, reunieron en los años 60 la mejor colección privada de maestros clásicos del sur de los Estados Unidos, que ahora se exhibe en el museo Kimbell de esa ciudad.  
A propósito, los museos Kimbell de Fort Worth y Nasher de Dallas también ostentan construcciones del renombrado arquitecto Renzo Piano.
Durante los últimos años, Dallas, Houston, Austin y San Antonio han acogido a millones de nacionales e inmigrantes que trabajan para las industrias tecnológica, petrolera, médica y para la investigación científica. A esto se le suma la llegada permanente de inmigrantes procedentes de México y otros países Centroamericanos, así como de refugiados políticos de varios rincones del mundo. En poco tiempo, los otrora centros de comercio ganadero y petrolero se han convertido en urbes interminables, que absorben pueblo tras pueblo en ese triste pero inevitable proceso de suburbanización.

Afortunadamente el arte crece y se transforma para satisfacer los gustos y las necesidades de un estado que se enorgullece de su pasado, pero acepta sin reservas su transformación multicultural.