Tuesday, July 22, 2014

Borobudur, la belleza máxima


En la penumbra, decenas de turistas ascienden, linterna y cámara de fotografía en mano, hacia el domo central que corona el templo budista más grande del mundo. Como en una jornada de cacería, cautelosamente buscan el lugar ideal para contemplar el amanecer en Borobudur, el templo que construyeron hace 1300 años los líderes de la dinastía Saliendra en el centro de Java, Indonesia.
Apoyados contra una de las 72 estructuras en forma de campana que rodean el domo, los visitantes esperan a que los primeros rayos del sol iluminen, no solo el imponente valle Kedu, sino alguna de las 504 imágenes de Buda que durante 12 siglos han adornado este lugar de peregrinación.
A medida que el alba le da forma a las estructuras de piedra, los camarógrafos y sus trípodes se mueven de un lado para otro buscando el mejor ángulo para retratar el reflejo del sol naciente en estatuas, piedras esculpidas y bajorrelieves. A su vez, guías locales deleitan a los turistas con detalles sobre la vida y obra de Buda, así como con los impresionantes datos del lugar santo. En inglés, chino, español y japonés explican que la estupa central, o sea el domo original, tenía una altura de 42 metros; que se necesitaron 55000 metros cúbicos de piedra para construir el templo y que no se usó cemento para levantar la estructura, sino que las rocas se ensamblaron usando sus salientes y hendiduras.
Cuando la magia del amanecer ha terminado, la atención de los visitantes se centra en los múltiples detalles del templo. Empiezan por su diseño, que tiene forma de pirámide cuadrada en la base y termina en tres terrazas circulares. La estructura sigue el patrón de la mándala, que es común en la iconografía budista y que representa el cosmos.
Desde su construcción, que comenzó en el año 750, peregrinos provenientes de India, China y el sureste de Asia visitaron el monumento. Sin embargo, cayó en el olvido durante siglos por causa de las erupciones del volcán Merapi y como consecuencia de la expansión del islam en la isla. Los habitantes de la región llegaron a pensar, inclusive, que visitar el lugar era de mal augurio. Finalmente Sir Stamford Raffles, fundador de Singapur, lo redescubrió en el siglo XIX y desde entonces ha sido restaurado a su grandeza original. 
Según la tradición, los peregrinos comienzan a recorrer la base del templo, donde meditan sobre el mundo de los sentidos. Este nivel oculta 160 bajorrelieves que ilustran comportamientos como el robo, el chisme y los asesinatos, así como la ley del karma. Al parecer, los bajorrelieves de este nivel han estado cubiertos desde la construcción original del templo, pero en la actualidad hay una esquina a la vista de los visitantes. El museo anexo, recuerdan los guías, tiene las fotografías de los demás relieves ocultos.
En su búsqueda por alcanzar el nirvana, los peregrinos recorren, a continuación, los cuatro niveles siguientes, que describen la vida de Gautama Buda. En una extensión de 2.5 kilómetros, las rocas esculpidas cuentan historias tradicionales de las vidas anteriores de Buda, del nacimiento del príncipe Siddhartha, y de las diferentes personas que encontró en su camino hacia la iluminación. El cuarto nivel narra en detalle la manera como Buda encontró el conocimiento supremo y la verdad máxima. Además de las ilustraciones, estos niveles están adornados con paneles decorativos y con 328 budas enclaustrados en nichos decorados detalladamente.
Finalmente, en la parte superior del templo, tres terrazas circulares expresan la separación del mundo de los sentidos. Aquí la decoración es mínima. 72 budas contemplan el mundo a su alrededor a través de estructuras perforadas, que tienen forma de campana. A estas estructuras se les llama estupas. En las terrazas inferiores las perforaciones son en forma de diamante; en las superiores, en forma de cuadrado, pues esta es una forma más perfecta según la iconografía budista. La estupa central está vacía.

Para terminar, el guía recuerda que el mejor día para visitar el templo es durante ‘Waisak’, una festividad que celebra la vida, iluminación y muerte de Buda. De acuerdo con el calendario budista, puede ocurrir en abril o en mayo. Miles de monjes, peregrinos y turistas visitan Borobudur y los templos aledaños. Hay meditación, cantos y comida en cantidad.     

A media mañana, visitantes y peregrinos inundan el templo. Algunos quieren tocar los budas en sus campanas. Otros cuentan las posiciones de las manos en las estatuas, y algunos reflexionan silenciosamente en la vida de Sidarta Gautama Buda. Ellos hacen parte de los dos millones y medio de turistas que visitan el santuario cada año. Según informes de la Unesco, el cambio del clima, las basuras y el uso desmedido han causado su deterioro. De hecho, de los 504 budas de Borobudur, 300 están incompletos y 43 han desaparecido. Tal vez el karma del templo es haber sido considerado una de las siete maravillas del mundo.   

Vestigios de poder

Sesenta kilómetros al este de Borobudur se encuentra el complejo religioso hindú más grande de Indonesia. Prambanan no es solamente un espectacular conjunto de torres de piedra labrada, sino que forma parte de unos 220 templos más pequeños que inundan el valle del mismo nombre.
Datos arqueológicos indican que no pasó más de un siglo entre la construcción del templo budista Borobudur y el hindú Prambanan, lo cual explica la existencia de otra dinastía en la región. La evidencia arqueológica apunta a que dos poderosas dinastías vivían en armonía en la región. La prueba está en que la mayoría de los templos menores que rodean a Prambanan exhiben imágenes budistas.
A diario, cientos de turistas viajan desde Yogyakarta, en el centro de la isla de Java, para admirar los templos principales de Prambanan. En una plazoleta elevada, varios santuarios rinden homenaje a la trinidad hindú: Siva, Brahma y Visnú. De acuerdo con la tradición oriental, las construcciones tienen una base cuadrada y una torre circular, que simbolizan el contraste entre lo humano y lo espiritual.
Restauradores locales trabajan en el templo de Siva. 
En el centro de la plazoleta se erige la edificación más imponente, construida en honor a Siva. Se trata de un templo elevado, de tres niveles, que alcanza los 50 metros de altura. En su interior hay varias recámaras, con una imagen central de Siva y otras relacionadas con esta deidad. El exterior de la parte central ostenta 62 bajorrelieves que narran el Ramayana, una de las principales historias épicas del hinduismo.
Imagen de Visnú
Los templos laterales honran a Brahma y Visnú, que completan la trinidad hindú. Aunque más pequeños, tienen la misma estructura y están igualmente decorados de punta a punta. Frente a cada estructura se elevan tres templos menores, dedicados al cisne, el águila y el búfalo, los animales que transportan a los dioses.  

Vista del templo de Siva
Contemplar este conjunto de templos es un privilegio reciente. A lo largo de sus 1200 años de existencia, Prambanan ha resistido terremotos, erupciones volcánicas y siglos de abandono. Aunque el proceso de restauración empezó a mediados del siglo XIX, un terremoto en el año 2006 acabó con decenas de estructuras en el lugar. Debido a su calificación como patrimonio universal, La UNESCO y el gobierno de Indonesia se han encargado de devolverles la gloria a estos centros de alabanza.