Saturday, October 5, 2013

Yo soy de aquí y soy de allá




Durante los últimos 10 años he vivido en el limbo del exilio voluntario. Como los cientos de millones de personas que viven fuera de su país, tengo los pies en un lugar, pero la mente y el corazón en otro muy diferente. Aunque con los años me he aclimatado al nuevo hogar, mi alma sigue arraigada al lugar donde crecí. 

Durante los primeros años de exilio, la estrofa de Facundo Cabral parecía escrita especialmente para mí: ‘no soy de aquí ni soy de allá’. Mientras acá cultivaba con esfuerzo un puñado de amistades, otros amores seguían cautivando mi interés: la familia, los amigos, las tradiciones, y las noticias públicas y privadas de quienes hasta ahora habían hecho parte de mi vida. 

Como si la soledad y el desarraigo no fueran suficientes, a la vez que venzo la nostalgia me he tenido que armar de valor para enfrentar los obstáculos de la legalidad. Cada paso en el proceso de inmigración me ha llenado de temores y dudas: hoy pertenezco, pero tal vez mañana no. Los permisos de trabajo, los carnés de residencia y las posibilidades de deportación se han llevado centenares de horas de tranquilidad.  

Sin embargo el tiempo y la distancia, antídotos infalibles para superar hasta las pérdidas más dolorosas, han conseguido que poco a poco mi cuerpo y mi mente vuelvan a ser uno, aquí y ahora. Sin olvidar que quienes amo están allá, reconozco que los acontecimientos públicos de mi país no me afectan de la manera que lo hacen los de acá. Si al comienzo me concentraba en las noticias de allá, ahora consumo el tiempo comprendiendo los orígenes y las consecuencias de lo que ocurre acá.

Afortunadamente, para muchos como yo, la situación empieza a cambiar. Desde hace poco, noto que he dejado de sobrevivir para dedicarme a empezar a vivir. Luego de pasar años asimilando mi nuevo entorno, he empezado a creer que acá también puedo lograr los sueños que una vez dejé junto con todo aquello que entonces hacía parte de mi vida.

Todavía soy de allá. Todavía cuento los días para ver y para abrazar a los que quiero. Para felicitar a algunos y para dar condolencias a otros; para tener un encuentro más con aquello que tanto quiero. Pero reconozco que también soy de acá. No solo por el trabajo, por los nuevos amigos y por las cosas que ahora tengo, sino porque hago parte de la vida de otros y muchos otros hacen ahora parte de mi vida.

Después de 10 años de vivir en el exilio, he obtenido la ciudadanía de mi nuevo país. Esta tierra no solo me aceptó como un miembro de su sociedad, sino que en el camino me enseñó templanza, fortaleza y persistencia. Después de 10 años de luchar contra una profunda falta de identidad, puedo decir orgullosamente que soy de aquí y soy de allá.   

Monday, August 5, 2013

Arquitectos de las cavernas



Los indígenas Pueblo construyeron comunidades en nichos como este, al filo de Mesa Verde

 Hace 900 años, mientras en Europa se formaban reinos y se libraban las feroces batallas de Las Cruzadas, en América cientos de civilizaciones comenzaban a florecer. Cuando en Suramérica los incas apenas despertaban al potencial de su imperio, en Centro América los Olmecas ya veían el ocaso de su cultura y la incipiente grandeza de la civilización Maya. Por su parte, en las vastas extensiones de Norte América, cientos de naciones independientes desarrollaban sus comunidades alrededor de los recursos que ofrecía su entorno: caza, pesca o agricultura.
Vista de la entrada a Mesa Verde

Las tribus más reconocidas, tal vez por el impacto que causaron entre los primeros europeos, fueron las nómadas de las planicies, que atravesaban las llanuras del continente en busca de las manadas de bisonte, de cuyos cuerpos se obtenía, no solo alimento para la comunidad, sino abrigo, techo y un sinnúmero de herramientas para la caza y la preparación de la comida. Comanches, Apaches y Sioux han sido inmortalizados en la literatura y el cine del viejo oeste.    




El Servicio Nacional de Parques está a cargo de
las moradas de Mesa Verde.
Sin embargo, hay entre las más de 500 naciones norteamericanas, una que todavía habla de la gloria de su pasado. En los estados de Colorado, Nuevo México y Arizona, donde las montañas Rocosas acentúan su elevación y se exhiben modestamente en elevadas mesetas, un grupo logró establecer, no solo asentamientos, sino pequeñas ciudades autosuficientes en los nichos de Mesa Verde. Los arqueólogos los han llamado Pueblo, por la semejanza de sus construcciones con aquellas de los españoles que llegaron a evangelizar el ‘nuevo mundo’.


En un lapso de aproximadamente 500 años, estos indígenas desarrollaron complejos sistemas de vivienda que incluían construcciones subterráneas de barro, habitaciones contiguas de más de un piso, y finalmente, habitaciones múltiples hechas de piedra y barro en el filo de las montañas. En la región, la maleabilidad de las rocas sedimentarias y el proceso natural de erosión dieron paso a la creación de alcobas, o nichos naturales, que los nativos usaron para construir este novedoso sistema de vivienda communal.

Los vestigios hablan de un sistema de vida simple, pero funcional: cientos de familias usaron la cima de la meseta para cultivar maíz, fríjol y calabazas, así como para cazar pequeños animales salvajes. En los nichos construyeron habitaciones pequeñas de varios pisos, que servían como dormitorios, talleres y alacenas. Otros cuartos, circulares y por lo general subterráneos, servían como centro de reunión para sus actividades comunitarias y religiosas.

Las Kivas eran espacios cubiertos. Se entraba por una escalera.
La mayoría de moradores se asentó en el costado sur de la meseta para aprovechar al máximo los rayos de sol, especialmente durante los meses de invierno. Obtenían sus provisiones de agua a través del agua lluvia que se filtraba por la roca porosa hasta llegar a los nichos; allí la recolectaban en vasijas de barro decoradas con elaborados diseños. Usaron los arbustos y plantas de la región como materiales de construcción, ingredientes de cocina y materia prima para sus medicinas. La presencia de mascotas y hallazgos antiguos de coloridas pinturas son evidencia adicional de su nivel de desarrollo.

Varios incendios forestales han transformado el paisaje en Mesa Verde.
Mucho se ha especulado sobre las razones que llevaron a los Pueblo a abandonar sus moradas en la montaña. Algunos interpretan la clausura de puertas y ventanas como signos de tensión entre los moradores. Otros aseguran que una larga época de sequía y el agotamiento de los recursos naturales causaron la evacuación de las moradas. Otros asumen que el abandono corresponde al fin de un ciclo, y que la comunidad Pueblo simplemente se fue a buscar mejores tierras para sus descendientes.

Sea cual fuere la razón, las moradas de Mesa Verde son hoy, no solo un tesoro arqueológico de Norteamérica, sino la evidencia de un pueblo recursivo e innovador, que desarrolló en los nichos de las montañas unas comunidades que poco tienen que envidiarles a las de hoy.   




Saturday, April 13, 2013

George Bush inaugura biblioteca presidencial en Dallas


Posiblemente el único recuerdo que tendrán las generaciones futuras de la presidencia de George W. Bush será el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 y la consiguiente guerra con Afganistán. Indudablemente, para la gran mayoría, este será el principal punto de atracción del nuevo Centro Presidencial George W. Bush, que abrirá sus puertas al público el próximo primero de mayo en Dallas, Texas.
Luego de superar una larga carrera de obstáculos que comenzó en 2006, el expresidente George W. Bush y su esposa Laura Bush oficiarán la ceremonia de dedicación del centro presidencial el 25 de abril. El presidente Barak Obama, su esposa, 3 expresidentes y una multitud de personajes de la política nacional e internacional han confirmado su asistencia.
De igual manera, decenas de personas están preparando sus protestas para el día de la dedicación. Entre ellas están los miembros de ‘The People’s Response’, un grupo que rechaza algunas de las decisiones políticas que se tomaron entre 2001 y 2008. En una entrevista para el periódico universitario ‘The Daily Campus’, miembros del grupo confirmaron su rechazo a las técnicas de tortura y a los cientos de miles de personas sacrificadas durante la guerra contra Irak.    
El centro, que hace parte de la Universidad Metodista del Suroeste (SMU por sus siglas en inglés), estará conformado por tres instituciones diferentes: un museo de artefactos presidenciales que cuenta con 38.000 piezas de exhibición; la biblioteca presidencial, que guarda 80 terabytes de archivos electrónicos, y el instituto Bush, un centro de estudios políticos dedicado a temas de educación, iniciativas femeninas, libertad humana, crecimiento económico, salud mundial y asuntos militares.
Durante una entrevista reciente, Laura Bush confirmó que la exhibición del 11 de septiembre incluye conmovedores recuerdos de los acontecimientos ocurridos antes, durante y después de los ataques terroristas. Entre los objetos expuestos están centenares de cartas de condolencias, enviadas desde todos los rincones del mundo, el megáfono que el entonces presidente usó para dirigirse al cuerpo de rescate dos días después del ataque y demostraciones de apoyo de las familias de los militares que participaron en la respuesta armada.
El centro tendrá otras presentaciones interactivas de los momentos más importantes durante la presidencia de Bush, que incluyen la crisis financiera, la invasión a Irak y el huracán Katrina, que destruyó parte de la ciudad de Nueva Orleans. Adicionalmente, en el ‘Teatro de la toma de Decisiones’, los visitantes podrán participar de las decisiones de gobierno que se tomaron durante aquellos años.
Al igual que otras bibliotecas presidenciales, la Biblioteca George W. Bush tendrá una réplica del Salón Oval tal como estaba decorado cuando Bush gobernó durante ocho años, así como una adaptación del Jardín de Rosas de la Casa Blanca, lugar desde donde los presidentes ofician las ruedas de prensa. Otra de las novedades será el ‘Salón de la libertad’, que fue decorado con piedras de Túnez como un signo de reconocimiento al movimiento de la ‘Primavera árabe’.
El centro está ubicado en 23 acres de tierra, de los cuales 15 están dedicados a un parque urbano poblado con árboles nativos del estado de Texas. Por su parte, el edificio cuenta con sistemas de recolección de aguas lluvias que se usarán para irrigación; paneles solares que proveerán energía y agua caliente, y cornisas que brindarán sombra a los amplios ventanales. Flores silvestres, césped nativo y plantas resistentes a la sequía adornarán los jardines adyacentes al centro presidencial.
La boleta de entrada tendrá un costo de 16 dólares.