Saturday, August 2, 2014

Las caras del monte Rinjani

En la villa de Senaru, al norte de la isla de Lombok, la cima del volcán Rinjani es el telón de fondo perfecto para los caminantes que llegan a escalar el segundo volcán más alto de Indonesia. El monte Rinjani es un volcán activo, cuyo principal atractivo es el lago multicolor que inunda su cráter. Como resultado de erupciones anteriores, adentro del cráter se eleva una pequeña montaña, que ocasionalmente lanza humo y cenizas.
De marzo a octubre, miles de viajeros de todo el mundo se aventuran para alcanzar la cima del volcán, que se eleva a 3726 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, en un día despejado, pueden contemplar la salida del sol sobre las nubes, mientras divisan el volcán Agung en la isla de Bali o Sumbawan, una de las 13000 islas del archipiélago de Indonesia.
Dependiendo de su interés y de su habilidad física, los visitantes eligen diferentes rutas para subir la montaña: algunos prefieren ascender a la cumbre en dos días; otros reservan tres días para ir a la cumbre y luego bajar hasta el cráter; otros prefieren darle un vistazo al cráter desde el borde en solo un día de viaje. Cualquier opción es apropiada para deleitarse con la variedad de paisajes, la exuberancia del suelo y la frescura del aire que rodean a Rinjani.  
Acompañados por un guía y varios cargadores, los caminantes comienzan su travesía en el costado oriental del Parque Nacional Monte Rinjani, en Sembalun. Allí, los cultivos de tomates, zanahoria, ajo, habichuelas y arroz son prueba de la fertilidad de la tierra. Los vaqueros y su ganado observan a los turistas mientras disfrutan del clima cálido del valle. El camino es fácil y el paisaje pintoresco. Durante el descanso, los cargadores preparan un delicioso almuerzo.
Al llegar al filo de la montaña, sin embargo, el ascenso es empinado y resbaladizo. Las nubes cubren la ladera y las rocas remplazan los verdes pastos. Después de siete horas de viaje, el borde del cráter premia a los caminantes con una vista del lago sin igual: el azul turquesa de sus aguas brilla, mientras la nueva montaña se esconde tras las sombras del atardecer. El viento impulsa oleadas de nubes blancas, que poco a poco esconden la grandeza del paisaje. Unas 50 carpas delinean la orilla del volcán, y cientos de voces recuerdan que esta es una de las caminatas más populares del sureste de Asia.
Arropados hasta la coronilla, con linternas en sus cabezas y listos para enfrentar tres horas de camino, guías y caminantes comienzan el ascenso a la cumbre mucho antes del amanecer. Piedras y arena volcánica sueltas hacen de ésta, la parte más difícil del recorrido. En la cumbre los espera un inolvidable amanecer y la satisfacción de saberse vencedores sobre los obstáculos de la naturaleza y la debilidad de su cuerpo.
Justo cuando el sol empieza a iluminar las nubes en el este, el punto más alto de la cumbre empieza a inundarse con los victoriosos caminantes, que toman fotografías sin cesar. Sin embargo, el viento y la baja temperatura los obligan a emprender un rápido descenso. Luego de dos horas, en la orilla del cráter, los cargadores esperan con un desayuno que incluye frutas, proteína y carbohidratos. Luego de un par de horas de descanso, es hora de continuar la jornada hacia el cráter del volcán.
Durante el descenso, los viajeros ponen a prueba su equilibrio y la resistencia de sus músculos. El camino incluye rocas cubiertas de arena mojada y escalones largos y empinados, además de los rostros fatigados de caminantes que hacen el recorrido contrario. La recompensa, por fortuna, incluye un paisaje inigualable y la oportunidad de darse un baño en las aguas termales del volcán.
Rinjani es un volcán activo, cuya erupción más reciente se registró en 2010. La caldera, que tiene un área de 50 kilómetros cuadrados, está cubierta por un lago en forma de luna creciente así como por una montaña pequeña, que surgió después de una de sus tantas erupciones. La fumarola de la ‘Nueva Montaña’ es monitoreada constantemente para asegurar la seguridad de los viajeros y de los habitantes de la región. Las aguas termales causan la variedad de colores en el lago, cuya profundidad se estima en unos 200 metros. 
Por las reseñas de viaje publicadas en Internet, pareciera que el único atractivo de Rinjani consiste en escalar su cumbre y divisar su lago multicolor. Sin embargo la diversidad de los paisajes durante el recorrido es igualmente cautivadora. Los Sasak son los habitantes originales de la región y Rinjani es su montaña sagrada. Las familias, que visitan el lago y las aguas termales con fines religiosos, mantienen una gran variedad de cultivos en sus fértiles laderas.
Durante el recorrido de vuelta, los viajeros se encuentran con una variedad de terreno sorprendente: la salida del cráter es rocosa y empinada; el descenso a la villa de Senaru, fresco y plagado de árboles. Un exuberante bosque tropical crece en la ladera norte de Rinjani. Es tal su atractivo, que varias compañías turísticas ofrecen planes para observar las aves y los monos que habitan el lugar. En lugar de tener rocas y polvo, el camino enseña tierra negra y raíces retorcidas.
Finalmente, después de tres días de camino, el canto de un gallo y el ocasional ladrido de un perro anuncian el fin de la aventura. Una vez más, los cultivos de cacao, café y yuca le dan la bienvenida al caminante. La vida en las calles empinadas de Senaru continúa, imperturbable, a pesar de la cantidad de turistas que visitan el lugar.   

Tristemente, tanto las laderas como el cráter del volcán están plagados de basura. Durante años, guías y caminantes han dejado su huella en forma de envolturas de dulces, botellas de agua, bolsas plásticas, papel higiénico y colas de cigarrillo. Los restos de comida, que se consideran biodegradables, se acumulan en tal cantidad que superan la capacidad de la tierra para descomponerlos. De hecho, las sobras son el alimento principal de los monos grises que habitan la montaña. Es de tal magnitud el problema, que en sus testimonios algunos caminantes solamente recuerdan las moscas, las ratas y los montones de basura que encontraron en su camino. Aunque algunos operadores turísticos se comprometen a sacar el plástico que llevan a Rinjani, falta mucho para que el volcán sagrado de los Sasak sea tratado como tal por los caminantes.