Thursday, April 15, 2021

La historia que no está en los libros

Ubicación del acueducto colonial.  


Hace un poco más de un año, los ingenieros encargados de la renovación histórica del centro de Rionegro encontraron los restos de un acueducto colonial, que ahora se puede ver a través de un vidrio de seguridad. Este acueducto cuenta parte de la historia de quienes habitaban el valle de San Nicolás en el siglo XVIII.

Alrededor del hallazgo arqueológico hay edificios que cuentan las historias de personajes que nacieron o que pasaron por Rionegro haciendo historia: el museo histórico Casa de la Convención, la casona donde se firmó la constitución de Colombia de 1863, guarda pinturas, armas y otros objetos que recuerdan personajes de la vida local y nacional. Allí hay retratos del general José María Córdova, del líder liberal Rafael Uribe Uribe, del presidente conservador Pedro Nel Ospina, y más cerca de nuestros tiempos, del caricaturista Ricardo Rendón.

Al otro lado de la calle, justo al lado de la iglesia San Francisco, hay un edificio que no tiene retratos ni tesoros arqueológicos, sino que guarda historias del corazón. La pizzería-bar La Mansarda cumple 40 años sirviendo capuchinos y palitos de queso para celebrar el amor. 

Un amor que empezó con el notario Cecilio Echeverri, que vio en la reconstrucción de este espacio un aporte al futuro pujante del municipio. Le siguieron la pasión del arquitecto Juan Echeverri, quien diseñó un edificio moderno que guarda armonía con su entorno histórico y la de Jairo Mejía, un meticuloso constructor. A ellos se les unieron Oliva Velásquez con su invención del Café Mansarda, y Martha y Lila Salazar, quienes con su cariño y su creatividad elaboraron recetas originales y decoraron un lugar sin igual en el Rionegro de comienzos de los años 80. Desde el comienzo, John Marín se encargó de su administración. 

Para algunos, los recuerdos más valiosos de La Mansarda son los besos que se dieron con los novios de la adolescencia en el segundo piso del local. Para otros son las tardes preciosas que pasaron allí con sus seres queridos tomando un café, y otros recordarán las horas de miradas, charlas y bromas que vivieron con sus amigos en alguna de las barras del local. 

Para otros, el mejor recuerdo es el de la comida: las papas a la francesa acompañadas con una Coca-Cola, los palitos de queso con mermelada de fresa, piña, o mora; las pizzas, las lasañas y los pasteles de pollo. 

Otra característica inolvidable de La Mansarda durante esos primeros años fue la música. La colección que preparó Juan Echeverri incluía temas de varias partes del mundo. Imposible no recordar a Ennio Morricone con temas como el de la película El bueno, el malo y el feo; la samba Más que nada, de Sergio Mendes; la bossa nova Garota de Ipanema de Antonio Carlos Jobim; Happy together y otros temas del sunshine pop de California, así como los temas más famosos de cantautores clásicos como Edith Piaf, Jacques Brell o Frank Sinatra. 

Durante la construcción del aeropuerto José María Córdova, La Mansarda fue el sitio de reunión y descanso de las decenas de profesionales que llegaron a la región. Años después, se convirtió en punto de encuentro de jóvenes, en centro de descanso de los representantes de convenciones liberales y conservadoras, de actores que llegaban a la Casa de la Convención a representar a los próceres de la patria, y de cientos de rionegreros que encontraban allí un ambiente fresco y alegre. ¿Quién no fue a tomar capuchino a La Mansarda después de las procesiones de Semana Santa? ¿Y quién no recuerda haber oído sobre el toro que entró al local una tarde cualquiera?

La charcutería La Mansarda también hace parte de esta historia de amor. Allí estaba una de las primeras máquinas de hacer helados que llegaron a Rionegro. Eran unos helados de crema suave, cubiertos de maní, pasas, coco y chocolate. Los domingos, después de misa, la gente hacía fila para probarlos. Al fondo de la charcutería, los estantes de madera guardaban dulces, conservas, bebidas y otros productos importados. Las vitrinas ofrecían variedades de carnes frías y quesos para llevar. 


Los hermanos Gustavo y John Marín  


A lo largo de esos 40 años, los hermanos John y Gustavo Marín han sido testigos del cambio del municipio. Desde la barra de La Mansarda han visto cómo Rionegro se ha convertido en el centro de comercio del oriente antioqueño. Le han dicho adiós a los clientes antiguos que se fueron en busca de nuevos horizontes y también le han dado la bienvenida a los nuevos, que llegaron con la ilusión de prosperar en la región.

Los restaurantes y bares del mundo han estado silenciados durante el último año. Los cierres y los toques de queda por causa de la pandemia han sido un golpe duro tanto para los comerciantes como para sus clientes. Sin embargo, los hermanos Marín siguen en pie, celebrando el amor que los rionegreros les han brindado a lo largo de los años y esperando que en su local se gesten muchas otras historias de amor. 

La Pizzería bar La Mansarda no tiene fotos ni placas conmemorativas. Sus paredes, en cambio, guardan cientos de historias que los rionegreros llevan en su corazón.


Marzo de 2021