Las colinas de Ennis, Texas, se cubren de 'bluebonnets' durante la primavera. |
Mientras los franceses presumen
con sus románticos campos de lavanda, los holandeses aseguran tener el parque
de flores más grande del mundo; mientras los indonesios se enorgullecen de
acoger la flor más grande y olorosa del trópico, los texanos se pavonean con su
‘bluebonnet’, la flor silvestre más alabada de los Estados Unidos.
Más alabada, cabe
aclarar, porque tal como los catalanes y los antioqueños, todo lo de los
texanos es más grande y mejor. El bluebonnet, o Lupín en español, es una
florecita silvestre de aproximadamente 6 centímetros que crece en el centro y
en el sur de Texas durante el comienzo de la primavera. Como buenos patriotas,
los texanos no pierden la oportunidad de salir a verla, fotografiarla y
admirarla por su simple hermosura.
Ennis, un pequeño pueblo
ubicado 45 minutos al sur de Dallas, es el epicentro del ‘bluebonnet’. Cada año,
durante el mes de abril, fotógrafos, pintores, curiosos y familias uniformadas
se pasean por las carreteras campestres en busca del paisaje perfecto: colinas pequeñas
cubiertas de florecitas azules y blancas. Caballos, burros, vacas, cabritos y otros
animales de granja pastando tras una pintoresca verja blanca complementan el escenario.
El ‘bluebonnet’ (lupinus
texensis) es endémico del estado de Texas. Por tal razón, es posible ver
ejemplares en las autopistas estatales, parques y jardines. Sin embargo, varias
organizaciones se encargan de propagar las semillas anualmente con el fin de
mantener vivo el aprecio por las flores silvestres originarias de las praderas del
centro de Estados Unidos.