Los indígenas Pueblo construyeron
comunidades en nichos como este, al filo de Mesa Verde
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Hace 900 años, mientras en Europa se formaban reinos y se libraban las feroces batallas de Las Cruzadas, en América cientos de civilizaciones comenzaban a florecer. Cuando en Suramérica los incas apenas despertaban al potencial de su imperio, en Centro América los Olmecas ya veían el ocaso de su cultura y la incipiente grandeza de la civilización Maya. Por su parte, en las vastas extensiones de Norte América, cientos de naciones independientes desarrollaban sus comunidades alrededor de los recursos que ofrecía su entorno: caza, pesca o agricultura.
Vista de la entrada a Mesa Verde |
Las tribus más reconocidas, tal vez
por el impacto que causaron entre los primeros europeos, fueron las nómadas de
las planicies, que atravesaban las llanuras del continente en busca de las
manadas de bisonte, de cuyos cuerpos se obtenía, no solo alimento para la
comunidad, sino abrigo, techo y un sinnúmero de herramientas para la caza y la
preparación de la comida. Comanches, Apaches y Sioux han sido inmortalizados en
la literatura y el cine del viejo oeste.
El Servicio Nacional de Parques está
a cargo de
las moradas de Mesa Verde.
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En un lapso de aproximadamente 500
años, estos indígenas desarrollaron complejos sistemas de vivienda que incluían
construcciones subterráneas de barro, habitaciones contiguas de más de un piso,
y finalmente, habitaciones múltiples hechas de piedra y barro en el filo de las
montañas. En la región, la maleabilidad de las rocas sedimentarias y el proceso
natural de erosión dieron paso a la creación de alcobas, o nichos naturales,
que los nativos usaron para construir este novedoso sistema de vivienda communal.
Los vestigios hablan de un sistema
de vida simple, pero funcional: cientos de familias usaron la cima de la meseta
para cultivar maíz, fríjol y calabazas, así como para cazar pequeños animales
salvajes. En los nichos construyeron habitaciones pequeñas de varios pisos, que
servían como dormitorios, talleres y alacenas. Otros cuartos, circulares y por
lo general subterráneos, servían como centro de reunión para sus actividades
comunitarias y religiosas.
Las Kivas eran espacios cubiertos. Se entraba por una escalera. |
La mayoría de moradores se asentó en
el costado sur de la meseta para aprovechar al máximo los rayos de sol, especialmente
durante los meses de invierno. Obtenían sus provisiones de agua a través del
agua lluvia que se filtraba por la roca porosa hasta llegar a los nichos; allí la
recolectaban en vasijas de barro decoradas con elaborados diseños. Usaron los
arbustos y plantas de la región como materiales de construcción, ingredientes
de cocina y materia prima para sus medicinas. La presencia de mascotas y
hallazgos antiguos de coloridas pinturas son evidencia adicional de su nivel de
desarrollo.
Varios incendios forestales han transformado el paisaje en Mesa Verde. |
Mucho se ha especulado sobre las
razones que llevaron a los Pueblo a abandonar sus moradas en la montaña. Algunos
interpretan la clausura de puertas y ventanas como signos de tensión entre los
moradores. Otros aseguran que una larga época de sequía y el agotamiento de los
recursos naturales causaron la evacuación de las moradas. Otros asumen que el
abandono corresponde al fin de un ciclo, y que la comunidad Pueblo simplemente
se fue a buscar mejores tierras para sus descendientes.
Sea cual fuere la razón, las moradas
de Mesa Verde son hoy, no solo un tesoro arqueológico de Norteamérica, sino la
evidencia de un pueblo recursivo e innovador, que desarrolló en los nichos de
las montañas unas comunidades que poco tienen que envidiarles a las de hoy.
Hermoso! Gracias por compartirlo.
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